Se buscan viejas de buenas tetas para animar este blog.

martes, noviembre 22, 2005

Tatúate unas nalgas en las nalgas.

Mirsha: ¡Ya postea algo cabrón!

Pooh: No presiones.

Mirsha: ¡Ya vas!

Pooh: Dame un tema.

Mirsha: Tatuajes.

Pooh: ¡Mocos!

Un tatuaje… Bueno me imagino que todos los que leen este blog conocen todos los tipos de tatuajes que existen… ¿No? Bueno, me vale madres realmente. El punto es que en los últimos 5 años el tatuaje, se ha popularizado en una forma asombrosa e insospechad… ¿Eso también lo saben? Vale verga. Pero a huevo que no saben que nuestros antepasados también se tatuaba… ¡Oh que la mierda! Ah, pero a que ni se imaginan que los tatuajes no son exclusivos de rateros y violadore… Me lleva.

No puedo generalizar sobre un tema tan prostituido (si, un tema “güiliado”) así que solo contare el por que, yo, el “Winnie” Sarmiento me hice un tatuaje. Así al chile, sin pretextos de realce estético, sin antifaces de culturoso adorador de los rituales tribales, sin pretender que la sed de dolor fue la que dispuso mi piel y mi alma al rito de la tinta (¿?) No, las cosas no fueron así.

Corría el año de nuestro Dios (se sobre entiende el “Cotorro” ¿verdad?) de 1992 y yo, un púber en plenitud “rebelde” y “contestataria” me encontraba comiendo una bolsa de ruffles verdes frente al televisor, mientras pasaba de canal en canal apareció en pantalla un tipo con cabello largo y torso desnudo desplegando sus dotes atléticos en una escena en “slow motion” corriendo, mientras un coro de niños de iglesia cantaba en el fondo algo que en ese momento entendí como: “onder de brich dontaun is guer ai dru som bled”, inmediatamente mi atención fue capturada por un enorme tatuaje en negro, de diseño intrincado que el tipo llevaba en el brazo derecho. Desde ese momento y hasta el final del video no pude apartar la mirada de aquel tatuaje, el video terminó y lo primero que hice fue decirle a mi mamá: Má ¿Me puedo hacer un tatuaje? A lo que ella respondió en un tono maternal y conciliador: Espérate a que me muera y haz lo que se te de la gana.

No lo podía entender, si un tipo en la televisión salía mostrando un hermoso tatuaje, ¿por que un niño de 12 años no podía tener uno?

Así que me dediqué a buscar un poco de material del tipo tatuado de la tele.

A esa edad no conocía la pena y para mi, lo mas natural del mundo era llegar al tianguis de los jueves a preguntar por un grupo que tenia una canción que decía así: onder de brich… y que el cantante tenía un tatuajote en el brazo (cosa realmente rara en una banda) y así después de muchas indagaciones y muchas caras de “pinche-chamaco-caga-leche” por parte de los vendedores de discos, por fin un par de semanas después me enteraría que lo que decían los niños era algo así: “Under the bridge downtown, Is where I drew some blood” y que el tipo mamado del video era nada más ni nada menos que Anthony Kiedis, el vocalista de R.H.C.P. Tenia en mis manos un casete (no teníamos reproductor de CD) titulado Blood Sugar Sex Magik .

Después de paladear todo el casete más de 25,000 veces aun no lograba apartar de mi mente el grandioso tatuaje. Así que me hice la firme promesa a los 12 años, que algún día, mas pronto que nunca, me haría ese tatuaje. Huelga sobremanera describir la extraña manía de pintarrajearme las manos, brazos y piernas con plumas de tinta negra durante todas las clases, manía que se acentuó durante el resto de mi estancia en la secundaria y por la cual mi maestra de español (que por cierto estaba enamorada de mi hermano) se preocupaba por mí, al grado de pensar que era victima de violencia en el seno familiar.

Los años pasaron y no encontraba el valor para desobedecer a mis padres (ni mucho menos el dinero)

Ya estando en la preparatoria, todo lo que me rodeaba daba alguna referencia, cada movimiento centrífugo en la vertiginosa vida de preparatoriano, no fumador, no bebedor, no adicto a ninguna droga y aun virgen, me gritaba a los cuatro vientos, ¡No mames, no seas puto, hazte el tatuaje pinche joto! Y resistí, ahí conocí al Gordolobo Carrillo y como es puñal y esas cosas no le gustan, pues se tranquilizo un poco la vocecita en mi cabeza, después conocía a una chica, la cual despreciaba (desprecia hasta la fecha, creo yo) todo tipo de modificaciones corporales y como me traía de nalgas, deseché toda posibilidad de un tatuaje en mi futuro inmediato. Ella se convirtió en mi novia, conocí el tabaco, el alcohol, el sexo, la mala copa y ¿El tatuaje? Ni sus luces. Después de llevar una relación de cerca de 4 años con la individua, ciertas actitudes canallescas, por mi parte y viajecitos a Chiapas harto-cachondones y cotorros, por parte de ella, nuestra relación de noviazgo-eres-el-amor-de-mi-vida-nunca-te-voy-a-dejar-ir, valió madres. Así que montado en el caballo de la decepción amorosa (¿Hay otra?) me dije a mi mismo: “No mi Winnie, esto esta de la chingada necesitas un cambio y lo necesitas para ayer”

Me desperté una mañana, cambié de trabajo, de amigos, de novia (un par de veces), conocí a doña blanca y le hice el amor hasta que de un mulazo me jodió la nariz, mandé a la chingada a la que esta cubierta de pilares de polvo y piedra, mejoré en muchos aspectos, empeoré en otros tantos, me convertí en un OJETE (así con mayúsculas) y después de mucho hacerle a la mamada, en un día de Junio de 2000 el Gordolobo y yo fuimos a un estudio de tatuajes por el que había pasado algunas veces con la “susodicha” y en donde me había parecido reconocer en un catalogo colgado en la pared un tatuaje.

Cual sería mi asombro al ver el changarrito clausurado con todos los diseños y portafolios dentro, Mirsha y yo nos miramos con cara de ¿Y ahora? Mirsha atinó a levantar un flyer del suelo y en el reverso copiar, lápiz en mano, el dibujo que se alcanzaba a ver a través del sucio ventanal en el que aparecía uno de esos bonitos avisos hechos a mano que ponía: “Nos mudamos en frente”. Ya con un bosquejo mas o menos bien definido corrimos a buscar imágenes a la Internet, con unas pocas modificaciones logramos sacar algo muy parecido (en realidad no) al diseño original. Al siguiente día estando en el trabajo me dedique a pasar el diseño a una hoja tabular (en esos entonces era auxiliar contable), cuando me pareció mas o menos decente, le saque una fotocopia y me dispuse a cruzar de nuevo la ciudad, esta vez acompañado de “novia-en-turno-la-verdad-no-te-quiero”. Al llegar al nuevo estudio recién inaugurado, me encuentro con que el tatuador, un tipo por demás desagradable, estaba perdido de borracho, el pendejo al verme llegar de traje y con “novia-en-turno-nos-estamos-utilizando”, muy mona y refinadamente vestida, decide comunicarme que no se atreve a tatuarme en ese estado, así que con mi mejor cara de idiota, regresé a casa.

Al siguiente día, un poco más fachoso, sin corbata y con suetercito de Cesar Costa, me hice acompañar por el Miguelón, un amigo de la chamba con el que había hecho unos “bisnes” para pagar el tatuaje con el dinero del fondo fijo de la compañía. Esta vez sin ningún problema, el tatuador hizo su chamba, no sin antes hacerme firmar una responsiva en contra de clientes insatisfechos y demandadores de tatuadotes ebrios.

-Paréntesis para preguntones-

Pregunta frecuente 1: ¿Duele?

R= Claro que duele, te están encajando una aguja, no te están dando besitos.

Pregunta frecuente 2: ¿Por qué un diseño ya usado por una figura publica?

R= Por que en mi caso no fue el querer solo tatuarme, yo realmente quería ESE tatuaje.

Tres horas después llegue a casa con un chingo de hambre y la “Señora” había hecho chuletas de puerco en salsa verde con papas.

Semanas después ya con el tatuaje cicatrizado tuve oportunidad de presumírselo a aquella que me había abandonado, a lo cual respondió con una indiferencia asombrosa. Me valió madres (en realidad no tanto)

Con el paso de los meses (siete para ser exactos), ejercité mucho mi músculo “hijo de puta” (ese que te hace ser un culero con la gente) y lleve una vida relajada y sin presiones. Hasta que una perra nostalgia por mis amigos abandonados me hizo acudir a casa de Samuel, tipo del que solo puedo decir: vi un Súper Tazón en su casa y nada más. Y ahí si se me cayeron completamente los calzones, ahí estaba ella, mas delgada, mas sexy, mas sonriente, mas segura y lo mas increíble de todo, sin mí. La individua que no conforme con haberme abandonado, había ignorado mi tatuaje recién hecho, estaba sentada al centro de la sala dispuesta a disfrutar del verdadero “Juego del hombre” en su máxima expresión yo con la cara de “pendejo # 25” me senté al otro extremo de la sala, no disfrute el juego, en realidad no lo vi, al momento de las despedidas me ofrecí caballerosamente a acompañarla a la avenida mas próxima (vieja técnica Germano-poblana) y para no meterme en honduras en estas cuestiones solo diré que me casé con ella hace algunos meses y ya no le digo “Individua” la rebauticé con el apelativo de “Dueña de mi alma”

Ella sigue odiando casi todo respecto a mi tatuaje, excepto cuando tiene oportunidad de enseñárselo a sus amigas, lo “odia” y me ha saltado con algunas preguntas como estas:

Pregunta frecuente 3: ¿No temes ser rechazado en un trabajo?

R= Hasta el momento me han corrido por razones mucho mas poderosas que un simple tatuaje.

Pregunta frecuente 4: ¿Qué le vas a decir a tus hijos al respecto?

R= Que se esperen a que me muera y entonces que hagan lo que su chingada gana se les de. Conmigo funcionó (jeje)

Y por último y a lo que iba antes de extenderme con este enorme choro.

Pregunta frecuente 5: ¿Ya pensaste que vas a hacer cuando estés viejo y arrugado?

R= Lo voy a estirar mi piel por ambos lados cuando quiera que alguien lo vea.

Pregunta frecuente 6: ¿Por qué te tatuaste?

R= Porque la televisión es capaz de venderte tu propia corbata, siempre y cuando tengas 12 años y mucho tiempo libre.

No se confundan, estoy orgulloso de mi tatuaje, lo amo casi tanto como a mis enormes pies de tamal oaxaqueño, mis hermosos ojos verdes (que en realidad son cafés) y que no alcanzan a ver bien sin mis carisimos lentes de nerd, lo amo de la misma forma que amo todo en mí, en definitiva lo amo mas que a mucha gente que piensa que la aprecio, en verdad amo mi tatuaje más que a los hijos que no tengo, pero no puedo negar que me lo hice por la misma razón que todo el mundo lo hace…

Y no digan que no.

4 Comments:

Blogger Guajazo said...

Eso de las nalgas es de Beavis and Butt head

6:58 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Enternecedora historia, querido Sarmi, hasta que publican algo decente. Yo por mi parte, te puedo decir que también fui seducido por el consumismo. Tenía el pelo largo, sabía tocar la guirra (dos tres, nunca verdaderamente bien) y una arracada en lo oreja. ¿Qué me faltaba? ...Pues sólo un tatoo, y a mis 18, fui a hacerme un tatuaje con el Black Dragon, lo curioso fue que nos tatuamos 4 cuates al mismo tiempo, como que le da más caché a la historia. Saludos a toda la GuajaBanda y espero verlos en Navidades para tomarnos el ponchecito correspondiente. METAL!!!! Desde la tierra del VOSOTROS, Sub Comandante Insurgente Sabucles. Léase, el Apostol del COTO.

6:35 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Best regards from NY! »

7:49 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm...me avente todo este choro para nada? en realidad creo que si piensas que todos lo hicimos de mera borregada como tu... estas medio pendejo. un saludo

7:33 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home

Licencia de Creative Commons
El zaar de las gomitas by Marco Sarmiento is licensed under a Creative Commons Reconocimiento 2.5 México License.
Creado a partir de la obra en www.guajazo.blogspot.com.
^^Winnie 25:17, El camino del Coto se ve asediado por todos lados por las inequidades del egoísmo y la tiranía de la Commander.^^ ^^Bendito aquel que en el nombre de la cebada y el buen pisto pastorea al débil a través del valle de las Commanders, por que el es el verdadero protector de sus hermanos y encuentra a los niños perdidos.^^ ^^Y yo actuare con gran venganza y terrible furia hacia aquellos que traten de envenenar y destruir a mis Guajazos y así sabrán que mi nombre es El Pooh cuando deje caer mi venganza sobre ustedes.^^