El Zaar de las gomitas. Cap. VI
Capitulo seis
La lluvia que se había desatado espontáneamente hacia sumamente difícil la visibilidad a través del parabrisas estrellado del viejo Camaro ’85, Magalo, como el borracho atascado que era, iba dándole grandes tragos a una de las cervezas que había rescatado de mi apartamento ahora incendiado, la nariz ya no le sangraba, pero le daba un aspecto mucho mas grotesco de lo que había imaginado. “Charkill” por su parte iba sentado en la parte posterior del auto sin emitir un solo sonido, iba abstraído en sus pensamientos y al mismo tiempo estaba atento al movimiento que se desarrollaba tanto en la calle como dentro del auto, su aspecto de viejo matón a sueldo me tenia completamente intimidado, esa mirada serena aunada a el perfecto recorte en su barba y ese traje negro pulcramente planchado, en efecto, me daba la impresión de que en realidad era más cruel de lo que aparentaba. Me vi sorprendido por la mirada de “Charkill” al encontrase con la mía en el retrovisor:
-¿Qué me ves pendejo? ¿Te gusto o que?-
Desvié la mirada, en verdad este tipo da miedo, pensé. La humedad en el ambiente me provocaba un extraño ardor en las marcas que Soledad había dejado en mi cuello con sus enormes y callosas manos de cargador, al tiempo que pasaba la mano izquierda acariciando los moretones frescos, pensaba en las pruebas que tenía para por fin encontrar el estúpido maletín del “Gordolobo” Carrillo. Como ya era su costumbre Magalo interrumpió mis profundas cavilaciones, esta vez lo hizo con un sonoro y apestoso eructo, después de soplarme en la cara el horrendo hedor a mezcla de sangre coagulada, mocos, cigarro y cerveza, por fin intento hilar una conversación con más que simples monosílabos;
Magalo: Estamos jodidos, completamente jodidos.
Pooh: ¡ah pero que pinche perspicaz eres mi estimadísimo Magos!
Magalo: No te burles cabrón, es en serio
Pooh: ¿Y que te hace pensar en eso genio? ¿El hecho de no saber absolutamente ni madres del paradero del pinche maletín del Lobo? O ¿Qué en estos momentos probablemente doña Jacinta esta diciéndole a la policía que yo y otros dos maleantes incendiamos el cuartucho y dejamos dos muertitos cuidando las cenizas? Trae acá ésa pinche cerveza.
Magalo: Ni madres, cómprate la tuya, además, dudo que doña Jazz pueda abrir la boca en un buen rato, pinche golpeador de ancianas, pero ¿sabes que? Hay un Dios y cuando te mueras vas a pagar por ese tipo de maltratos.
Pooh: ¡Pendejo! Si esa cerveza es mía idiota, la rescate del incendio.
Charkill: Cállense par de inútiles. Da vuelta a la derecha en el siguiente semáforo y baja la velocidad
Magalo: Es que me quiere quitar la cerveza
Charkill: ¡Oh, que su puta madre! Parecen niños. Traigan acá ya se acabo la cerveza por hoy. Los necesito lúcidos
Pooh: ¿A dónde vamos?
Magalo: ¿Ves pendejo? Ya nos quitaron la caguama
Charkill: ¿No puedes callar a este imbécil? Ah si, vamos en busca del Zaar, me enteré de que alguien piensa atentar contra su vida esta noche.
Pooh: Por mi que se lo cargue la chingada, ya estoy harto, no tengo ni un centavo, no tengo casa, y no he leído el “Esto” en dos días, vale madres.
Charkill: Sigue derecho y por favor, guarden silencio, me duele la cabeza
Rosa, la mujer de “Charkill” había desaparecido hacía unos pocos días, lo cual había llevado al Capo a pensar que probablemente yo tenía algo que ver, debido a mi antiguo romance de juventud con dicha dama. Rosa y yo nos habíamos conocido un par de años antes de que se comprometiera con Georgio “Charkill”, no puedo decir que tuvimos algo especial, ya que ella me confeso prematuramente su inclinación hacia el lesbianismo, confesión que a la fecha me hace pensar en la crueldad de la vida, ya que Rosa es todo un portento de mujer, debido a que a Rosa no le interesaba en lo mas mínimo tener contacto con hombre alguno, había creado la pantalla de que ella y yo teníamos “algo”, ese “algo” se traducía a constantes visitas a bares nudistas en los que Rosa sacaba el camionero que llevaba adentro. Después de poco más de un año repentinamente Rosa desapareció y cuando nos volvimos a ver ella ya estaba comprometida con “Charkill”, al parecer ella jamás le habló a Georgio de sus inclinaciones, por lo tanto “Charkill” se había dejado llevar por los rumores de “los muchachos del Zaar”. Obviamente Georgio empezó a notar las constantes ausencias de Rosa y dirigió su ira hacia mí aún cuando era sabido por todos, incluyéndolo a él, que Rosa había dejado de ser prudente y discreta y se había expuesto infinidad de veces en “El Yardas” acompañada de Venus. “Charkill” cejó en su intento de partirme la madre en el mismo momento que vio en mi apartamento el cuerpo de Venus (su némesis), acuchillado y sin vida.
Esta vez el silencio fue interrumpido por el inigualable y característico sonido que produce una botella de cerveza al ser destapada, Magalo destapó la última cerveza que nos quedaba, pude escuchar el rechinar de dientes de “Charkill”, definitivamente Magalo era un cabrón desesperante, traté de aligerar un poco el ambiente:
Pooh: Entonces, ¿Quién quiere matar al Zaar?
Charkill: No lo se, el informante no es muy confiable, pero he de suponer que es el mismo hijo de la chingada que se llevo el maletín del Zaar
Pooh: pero ¿Qué chingados contiene ese puto maletín, que sea tan importante como para armar todo este alboroto?
Charkill: Esa es información confidencial que no te puede ser revelada, eres solo un peón en este juego, si llegaras a saber el contenido de ese maletín tendría que despacharte
Pooh: No tienes idea ¿Verdad?
Charkill: No
Magalo: Yo creo…
Pooh y Charkill al unísono: ¡Cállate!
Pooh: Hasta el momento lo único que tenemos son pistas muy vagas, el “Hollywood”, “El Yardas”, el cadáver de Venus, Soledad queriéndonos matar y la desaparición de Rosa
Magalo: Pero el…
Pooh: Que te calles cabrón
Magalo: Chingada medre, como son estúpidos los dos, ¿Se olvidan de la etiqueta que estaba en la bolsa en donde encontramos a Venus?
Pooh: ¿Encontramos Kimosabee?
Magalo: Esta bien, la etiqueta que estaba en la bolsa en la que encontraste a Venus ¿Contento?
Charkill: Detén el auto, ya llegamos
Estacioné el auto, ahora nos encontrábamos en la mismísima entrada al infierno, el único lugar en la ciudad en donde hasta a Satán le daría miedo entrar, la casa de la madre de todos los vicios, el hogar de las más bajas y atroces pasiones…
No se pierdan el siguiente episodio de esta escalofriante y enternecedora historia. La agonía y la angustia sigue, primero el Dios Cotorro, en el capitulo siete de la saga del Zaar…
5 Comments:
Vaya vaya, parece ser que el cuentito vaquero esta teniendo buen rating...
bien veamos que tal esta el final!
No mames, pinche Sarmi, cada vez la pones más cansada, pero ya hasta estoy pensando en la película, taría chida ¿no? Imaginate al Charkil interpretado por Cesar Bono. Que nivelote cuate. Tu sigue con tu cuentito, que aqui nos tienes de tus pendejos.
METAL!!!
Jojojo, pobre magalo, no comprendes su enfermedad. Ya ves por no rematar a la viejita va a aflojar todo con la poli.
No existe relación con el mataviejitos del DF verdad??
¿Estacionaron la nave en la entrada del Barba Azul?...Y el contenido del maletín (retomando una vieja teoría acerca de Pulp Fiction) para mí que es el alma del Zaar de las gomitas.
We want more!, We want more!
Very nice site! » » »
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