Terror y Homosexuales, fórmula explosiva.
Música de fondo: The Call of Ktulu por Metallica
Era una lluviosa noche de septiembre del año del Coto de 2004, la humedad en el ambiente podría doblegar las articulaciones de cualquier anciano reumático. A mi en lo particular, la lluvia solo me recordaba el goteo intenso y desesperante de la regadera descompuesta de mi casa, goteo que por cierto, no me había dejado dormir en toda la noche anterior y que me había hecho victima de las mas atroces pesadillas, en las que me veía perseguido por un ser de delgada silueta, antropomórfico y babeante, no alcancé a distinguir detalle alguno de su fisonomía, solo sabia dos cosas; babeaba profusamente por la comisura de los labios y desprendía un hedor a loción de pachulí que mas bien se me antojaba pútrido y hediondo. El chillido de las llantas de una motocicleta de reparto y la sonora mentada de madre por parte de un taxista me hicieron salir de mi ensimismamiento, abrazado por el frío y húmedo aliento de la noche, me encamine a la estación más cercana, ya que iría en busca del bálsamo que cura todas mis decepciones y aprehensiones, un ensayo, lo había deseado toda la semana con la misma intensidad que un niño desposeído anhela su mona, así como una monja remilgada ansía el falo redentor que saque de sus entrañas el deseo carnal que su “matrimonio” con el señor Jesús, el Cristo, no alcanza a satisfacer. Me encontré de nuevo vomitando por un ataque de risa provocado por el anterior pensamiento y después de agradecer las miradas de reproche lanzadas por los que a mi lado transitaban levante mi vista hacia el cielo esperando la aparición de un rayo que me partiera en dos por tal sacrilegio cometido al sojuzgar la potencia sexual del hijo del hombre, pero lo único que divisé en la profunda oscuridad fue una macabra parodia de luna estampada en un cielo no menos terrorífico y agreste, con una sensación de alivio producida por las arcadas de risa, caminé a paso firme hasta llegar a la entrada de la estación que a la fecha me parece lo más cercano a la entrada del infierno (si es que tal cosa llegara a existir), un hocico de bestia que invita a entrar a las entrañas de una ciudad atestada de las mas increíbles y miserables muestras de la degradación del género humano, ya dentro del intestino de la urbe y a bordo de aquel gusano maldito que transporta la mierda por las entrañas de este gigante dormido bajo el sopor etílico de cientos de litros de la amargura de sus habitantes, me deleité como siempre, abstrayendo mis pensamientos y dirigiéndolos a solucionar el problema de la pestilencia que desprenden las aglutinaciones de seres de la mas baja calaña, que aumentan exponencialmente su obsceno olor con sus ropajes mojados por la lluvia. Me encontraba cavilando sobre la mejor forma de eliminar a dichos entes de este plano, cuando de pronto y sin ningún aviso previo, sentí una caricia en el bulto que forman mis partes nobles, ante tal acontecimiento no tuve mas remedio que buscar la explicación mas lógica que en ese momento pudiera justificar dicha caricia, si, debe ser la cartera de alguno de los pasajeros que se amontonan enfrente de mi, pensé, traté de distraerme de nuevo intentando comprender como era posible que aquel merolico del siglo XXI se atreviera a subir a un vagón atestado de gente y ademas desplegara sus dotes de anunciador, con un sonoro: “Damita, caballero, productos escolares (que debe ser una subsidiaria de productos de alta calida’, pienso yo) pone a la venta, trae a sus manos la pluma, pluma simple, pluma fuente (¿?), con el logotipo de su equipo favorito de "fudbol", para que no la pague en tiendas a su precio comercial de 12 pesos, se las venimos trayendo a un precio de 10 pesos, diez pesos le vale, diez pesos le cuesta, es mas por ordenes de mi jefe superior (¿?) y por su gran demanda, se las entrego a solo 9.50 cada una, nuevecincuenta le vale, nuevecincuenta le cuesta”. Con una amplia sonrisa en el rostro, generada por tal dechado de habilidad mercantil, fui arrancado abruptamente de mi fantasía por la sensación de unos dedos que jugueteaban con mi entrepierna, al mismo tiempo que un fétido aroma a pachulí masacraba mis fosas nasales, desgraciadamente por lo apretujado de la escena no podía distinguir al agresor y decidí proteger mi “paquete” con lo único que tenia a mano, mi mochila, y esperar a que las malditas costillas de aquel remedo de solitaria por fin se abrieran dejando escapar a las miserables almas en pena que en su interior pugnaban por llegar a casa, la mochila no sirvió de mucho, ya que no lograba cubrir lo que era necesario cubrir, hasta que al fin las puertas se abrieron y a empujones me abrí paso a la salida, no sin antes sentir un fuerte apretón en la nalga derecha, al momento de girar para al menos abofetear a aquel miserable, las puertas se cerraron y solo pude ver, a través del vidrio rayado, una figura delgada que me guiñaba un ojo y me lanzaba un beso tronado con lo que parecía ser un horrendo hocico babeante.
Inspirado un poco por "los cuentitos erotipornos de la brux", y a petición de ella misma, la entrega del día de hoy es un macabro, siniestro, horrendo y conmovedor relato de como un hombre en plenitud heterosexual, es acosado vilmente por un pinche-jotito-salta-pa'-tras-nalgas-miadas de cagada, en un vagón en la línea 1 del metro (si eres del interior de la republica y no sabes cual es la línea 1.... me vale madres).
Era una lluviosa noche de septiembre del año del Coto de 2004, la humedad en el ambiente podría doblegar las articulaciones de cualquier anciano reumático. A mi en lo particular, la lluvia solo me recordaba el goteo intenso y desesperante de la regadera descompuesta de mi casa, goteo que por cierto, no me había dejado dormir en toda la noche anterior y que me había hecho victima de las mas atroces pesadillas, en las que me veía perseguido por un ser de delgada silueta, antropomórfico y babeante, no alcancé a distinguir detalle alguno de su fisonomía, solo sabia dos cosas; babeaba profusamente por la comisura de los labios y desprendía un hedor a loción de pachulí que mas bien se me antojaba pútrido y hediondo. El chillido de las llantas de una motocicleta de reparto y la sonora mentada de madre por parte de un taxista me hicieron salir de mi ensimismamiento, abrazado por el frío y húmedo aliento de la noche, me encamine a la estación más cercana, ya que iría en busca del bálsamo que cura todas mis decepciones y aprehensiones, un ensayo, lo había deseado toda la semana con la misma intensidad que un niño desposeído anhela su mona, así como una monja remilgada ansía el falo redentor que saque de sus entrañas el deseo carnal que su “matrimonio” con el señor Jesús, el Cristo, no alcanza a satisfacer. Me encontré de nuevo vomitando por un ataque de risa provocado por el anterior pensamiento y después de agradecer las miradas de reproche lanzadas por los que a mi lado transitaban levante mi vista hacia el cielo esperando la aparición de un rayo que me partiera en dos por tal sacrilegio cometido al sojuzgar la potencia sexual del hijo del hombre, pero lo único que divisé en la profunda oscuridad fue una macabra parodia de luna estampada en un cielo no menos terrorífico y agreste, con una sensación de alivio producida por las arcadas de risa, caminé a paso firme hasta llegar a la entrada de la estación que a la fecha me parece lo más cercano a la entrada del infierno (si es que tal cosa llegara a existir), un hocico de bestia que invita a entrar a las entrañas de una ciudad atestada de las mas increíbles y miserables muestras de la degradación del género humano, ya dentro del intestino de la urbe y a bordo de aquel gusano maldito que transporta la mierda por las entrañas de este gigante dormido bajo el sopor etílico de cientos de litros de la amargura de sus habitantes, me deleité como siempre, abstrayendo mis pensamientos y dirigiéndolos a solucionar el problema de la pestilencia que desprenden las aglutinaciones de seres de la mas baja calaña, que aumentan exponencialmente su obsceno olor con sus ropajes mojados por la lluvia. Me encontraba cavilando sobre la mejor forma de eliminar a dichos entes de este plano, cuando de pronto y sin ningún aviso previo, sentí una caricia en el bulto que forman mis partes nobles, ante tal acontecimiento no tuve mas remedio que buscar la explicación mas lógica que en ese momento pudiera justificar dicha caricia, si, debe ser la cartera de alguno de los pasajeros que se amontonan enfrente de mi, pensé, traté de distraerme de nuevo intentando comprender como era posible que aquel merolico del siglo XXI se atreviera a subir a un vagón atestado de gente y ademas desplegara sus dotes de anunciador, con un sonoro: “Damita, caballero, productos escolares (que debe ser una subsidiaria de productos de alta calida’, pienso yo) pone a la venta, trae a sus manos la pluma, pluma simple, pluma fuente (¿?), con el logotipo de su equipo favorito de "fudbol", para que no la pague en tiendas a su precio comercial de 12 pesos, se las venimos trayendo a un precio de 10 pesos, diez pesos le vale, diez pesos le cuesta, es mas por ordenes de mi jefe superior (¿?) y por su gran demanda, se las entrego a solo 9.50 cada una, nuevecincuenta le vale, nuevecincuenta le cuesta”. Con una amplia sonrisa en el rostro, generada por tal dechado de habilidad mercantil, fui arrancado abruptamente de mi fantasía por la sensación de unos dedos que jugueteaban con mi entrepierna, al mismo tiempo que un fétido aroma a pachulí masacraba mis fosas nasales, desgraciadamente por lo apretujado de la escena no podía distinguir al agresor y decidí proteger mi “paquete” con lo único que tenia a mano, mi mochila, y esperar a que las malditas costillas de aquel remedo de solitaria por fin se abrieran dejando escapar a las miserables almas en pena que en su interior pugnaban por llegar a casa, la mochila no sirvió de mucho, ya que no lograba cubrir lo que era necesario cubrir, hasta que al fin las puertas se abrieron y a empujones me abrí paso a la salida, no sin antes sentir un fuerte apretón en la nalga derecha, al momento de girar para al menos abofetear a aquel miserable, las puertas se cerraron y solo pude ver, a través del vidrio rayado, una figura delgada que me guiñaba un ojo y me lanzaba un beso tronado con lo que parecía ser un horrendo hocico babeante.
Inspirado un poco por "los cuentitos erotipornos de la brux", y a petición de ella misma, la entrega del día de hoy es un macabro, siniestro, horrendo y conmovedor relato de como un hombre en plenitud heterosexual, es acosado vilmente por un pinche-jotito-salta-pa'-tras-nalgas-miadas de cagada, en un vagón en la línea 1 del metro (si eres del interior de la republica y no sabes cual es la línea 1.... me vale madres).
3 Comments:
Pooh: algo estas pagando, seguro tu que lo hiciste en otra vida o a lo mejor en esta misma no?
Este es el peor castigo que se le puede hacer a un hombre, ser acosado por otro hombre, jajaja.
Ni modo Pooh, en esta ciudad de lujuria nos toco vivir!
PATO:
EN ESTA CIUDAD TAN GRANDE Y DEVORADORA, COMO LE HACE UNO PARA NO ENCONTRARSE CON SU PASADO? SE QUE EL MUNDO ES UNA ENORME BOLA DE INSTANTES Y COICIDENCIAS, PERO DÓNDE ESCONDERSE? HACIA DÓNDE MIRAR PARA FINGIR NO MIRAR? O ES QUE UNO SE TIENE QUE HACER A UN LADO PARA NO DEJARSE GOLPEAR? LO UNICO INTERESANTE DE TODO ESTO ES QUE EXISTE POR AHÍ UN PATO NEGRO QUE TE PUEDE SALVAR DE TI MISMA.
PD. ODIO LAS MALAS COINCIDENCIAS
LA DONCELLA DEL ALCOHOL
Aunque en realidad lo contaste desde la perspectiva de la otra persona, TU ERAS EL ACOSADOR, te gusta rozar tu pene en la nalgas de otros hombres, y no es experiencia mia
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