ASÍ SUCEDIÓ
Hoy me puse melancólico y me di cuenta que es de lo más a gusto estar así como moco de guajolote, como aquellos tiempos en los que pensaba que la gente me tenía asco (cosa que si bien puede ser cierta, ahora ya no me molesta en lo más mínimo). Lo que me lleva a recordar esos tiempos en la secun 88 en la que me sentía tan solo.
Siempre he sido un inadaptado –si tienen la fortuna de conocerme un poco, sabrán que “inadaptado” es poca cosa–, por lo que la soledad no es un problema con el que me cuesta lidiar, pero si a esta condición le suman; un mucho de inseguridad, algo de obesidad, una conducta pasivo-agresiva de recluso de las islas marías, un valemadrismo absoluto y por si fuera poco: una adolescencia de esas que raspan y arrancan las costras, entonces, y sólo entonces podrán imaginarse de lejos como me sentía en la secundaria.
Los tres años que pasé en dicho plantel se me fueron sin realmente pertenecer, nunca me uní a alguna especie de grupo, ya que solía aburrirme fácilmente por lo que empezaba a hacerlo público con muestras bastante claras y los demás terminaban por mandarme al demonio o simplemente me abrían.
Casi por protocolo todo en aquel momento me cagaba (cosa que no ha cambiado mucho), pero imagínenme diciéndole a un púber de 13 años quien acababa de arriesgar su vida para conseguir un autógrafo de Saúl Hernández, que los Caifanes son para putos –cuestión de la que no me retracto–, creo que era lógico que me mandara a la verga.
En fin, ya estando en la preparatoria me di cuenta cuán hermoso soy y pues todo fue divino.
Hace mucho que no me ponía melancólico.

Etiquetas: Yo y mi miserable existencia