Uno de los momentos más emocionantes de mi año fue cuando cambie de trabajo a algo que si bien no es mi profesión, sí es mi pasión –la verdad no, es sólo que caí en el lugar indicado en el momento indicado– aunque con el tiempo se le quita lo novedoso y se vuelve como cualquier otra cosa.
El más doloroso sin duda fue cuando me di cuenta de que por más que quisiera no podía trabajar 12 horas al día, de lunes a sábado, tener una familia y aparte de todo estar en una de las bandas de ¿rock? más grandes de todos los tiempos.
Pero como siempre he dicho: el baile, el futbol, peral jam, el ska y la nostalgia son para putos, así que no resta más que agradecerle el apoyo a todas las personas que aprecio (que de hecho no son más de siete u ocho), a las otras 45 personas que sólo tolero y en especial claro está, a las docenas de incautos que piensan que me caen bien. A ellos les doy las gracias por ser y por lo tanto hacer de mi existencia algo más… digamos entretenida, sí “entretenida” es el término.
P.D. Mirsha: Chingas a tu madre, con todo respeto.